sábado, octubre 8

Retomando ideas

PRÓLOGO

      Todo libro ha de ser necesario. En un momento como el actual, en el que los ojos apenas se posan un instante en un tema antes de saltar a otro más escandaloso, más llamativo, los libros han de recuperar el ritmo lento, la necesidad de trascender imprescindible para que la reflexión y el aprendizaje brinden un mínimo de sentido a la sociedad moderna. Actuar de otra manera sería, a estas alturas, imperdonable.
      Todo libro ha de completar a los anteriores. El conocimiento objetivo avanza con demasiada rapiddez como para limitarse a recoger las fuentes clásicas, las ya domadas, y no interpretar las nuevas. Vivimos saturadas de datos, de imágenes, indefensos ante hechos que no sabemos cómo descifrar. 
      Todo libro ha de revelar una verdad oculta. Oculta por olvidada,  por censurada, por desconocida o por novedosa. Hay demasiadas obras banales publicadas ya como para aumentar de manera indefinida la lista.
      Feminismo para principiantes cumple las tres exigencias. Podría no hacerlo. ¿Quién se plantea, a estas alturas, que el feminismo sea necesario? ¿Que haya algo más que añadir a lo dicho por mujeres extraordinarias como Simone de Beauvoir, Clara Campoamor o Kate Millet? ¿Que se puedan revisar las mentiras sociales, los hábitos instaurados en un entorno paternalista y misógino? Sin embargo, las falacias viriles continúan, y una de ellas, no la menor, insiste en que no queda nada por conseguir, en que vivimos en el mejor de los mundos posibles, con la reconciliación entre las exigencias de libertad y los encantos de la feminidad.
      Quien defienda, sea cual sea su motivación, que la igualdad de géneros es un hecho, se equivoca por completo. Ni en términos de poder, ni de visibilidad, ni de remuneración económica, ni en lo que respecta a la seguridad, a la salud, al grado y la intensidad de trabajo se ha conseguido el sueño de la equidad, un sueño que comenzó a esbozarse hace ya tres siglos. No hemos dejado atrás el problema que la fertilidad, la constitución física, la explotación sexual y la belleza provoca. Las medias verdades han sustituido a la realidad. Los logros a medias (el sufragio, las leyes de igualdad, la presencia social) se han tomado como universales. Y sobre todo ello pesa un silencio, una ignorancia que nadie se molesta en desvelar.
      Todo libro ha de hacer pedazos el silencio. Creo, sinceramente, que Nuria Varela lo consigue. Tras la ruptura del silencio llega la indignación, la rabia, los propósitos de enmienda. Los libros solos no sirven para nada; los principiantes no aportan nada al mundo si no abandonan esa bisoñez.
      Todo buen libro ha de encontrar un buen lector. Muchos lectores. Lectores valientes. Ojalá los encuentre.

Espido Freire, 
diciembre de 2004

Varela, N. (2005). Feminismo para principiantes. España: Ediciones B.